Bruxa

Mouchos, coruxas, sapos e bruxas

Demos, trasnos e diaños, espíritos das nevoadas veigas

Corvos, píntigas e meigas, feitizos das menciñeiras

Pobres cañotas furadas, fogar dos vermes e alimañas

Lume das Santas Compañas, mal de ollo, negros meigallos,

cheiro dos mortos, tronos e raios.

Oubeo do can, pregón da morte, fouciño do sátiro e pé do coello

Pecadora lingua da mala muller casada cun home vello

Averno de Satán e Belcebú, lume dos cadavres ardentes,

corpos mutilados dos indecentes, peidos dos infernales cus,

muxido da mar embravescida

Barriga inútil da muller solteira, falar dos gatos que andan a xaneira,

guedella porra da cabra mal parida

Mariano Marcos de Ábalos (Conxuro da queimada)

Aunque su nombre evoque a terras galegas, lo cierto es que esta verdadera escultura natural proviene de la Tierra de Pinares, en su zona vallisoletana.

Un paseo mañanero bastó para sacar de la tierra sus restos, y varios días para plantear su forma definitiva, limpiarla de piel muerta (ni se imaginan su densidad), lijarla con sumo cuidado de no perder su forma original e ingeniármelas para cablear y equilibrar su peso sobre la base de pizarra natural pulida y barnizada.

Y por supuesto, la increíble tulipa o pantalla de cuero y cáñamo, reciclada y restaurada con cuerda de piel auténtica.

Las formas alargadas y retorcidas de su copa, en contraste con la "cueva" inferior, me recordaron a los árboles de los cuentos, a Hänsel y Gretel, las viejas hayas de los bosques mágicos donde las meigas recolectaban sus remedios naturales... a esos cuentos de los hermanos Grimm, la casita de chocolate precisamente de una "bruja"... y a una queimada gallega, sinceramente.

Una combinación tan mágica como funcional, que no pasará desapercibida.